Con el permiso de © K. Eggenstein: 'El Profeta Lorber anuncia las catástrofes venideras y la autentica cristiandad

Kurt Eggenstein

Las manifestaciones de la Nueva Revelación acerca de las partículas elementales y los resultados de investigación de la ciencia moderna


   De modo parecido como la Nueva Revelación anticipó los resultados de las investigaciones de la astronomía de las últimas décadas, también hay varias manifestaciones con respecto a los átomos y las partículas elementales. Las explicaciones no se dan con la terminología utilizada actualmente, pero nos transmiten un cuadro verídico de los procesos secretos del origen de la materia. Lo más sorprendente son los datos precisos que se dan acerca de detalles esenciales que han podido confirmarse exactamente a través de las investigaciones científicas.
    Dentro del curso de la demostración de pruebas, es imprescindible introducir al lector, someramente, en la física atómica. Nos esforzamos aquí en utilizar explicaciones que posibilitan al lector poder seguir nuestras demostraciones. Con respecto a las manifestaciones de Lorber, hay que tener en cuenta que el profeta siempre utiliza una manera de expresarse sui generis. Además hay que hacer hincapié en que la Nueva Revelación ve dentro de los sucesos en el contexto subatómico, manifestaciones que trascienden a lo espiritual y que reconoce en las partículas elementales las primeras fases de la evolución de vida animal. "Una partícula espiritual de mi Yo está contenido dentro de cada átomo" (LGh, página 163) "Dentro todo lo creado está comprimida una parte espiritual, fusionada dentro de un volumen mayor ... de esta manera se originó todo lo que se llama materia." (LGh, p. 84). De modo análogo dijo el vidente Swedenborg: "Algo natural que no tomó su origen en el espíritu no existe". En contradicción, la ciencia materialista, tanto en el Este como en el Oeste rechaza a Dios como creador, así como un mundo trascendental de lo espiritual. Birjukow escribe: "Los materialistas toman la materia como la base de todo lo que existe en el mundo. Espíritu y alma son productos de una forma especial de materia sobre-desarrollada". Por lo tanto resultan diametralmente opuestas las manifestaciones de la Nueva Revelación y la de la ciencia materialista. Pero -como vamos a demostrar- en el mundo de la ciencia comienza a manifestarse un cambio.
    Al hablar de átomos y de partículas elementales, la Nueva Revelación emplea las expresiones "átomos", "etero-átomos", "animales atomares", "monadas" y "partículas espirituales".
    Hace 2.300 años los filósofos griegos Leukipp y Demokrit desarrollaron la hipótesis de que la materia se componía de partes minúsculas e indivisibles. De la palabra "átomos" (indivisible) se deriva el significado "átomo". La aceptación del átomo como indivisible ha sido demostrado ser falsa en el siglo veinte. El átomo por su parte, se constituye de otras partes aún menores que se llaman partículas elementales Éstos forman la subestructura de la materia Kenneth W. Ford escribe: "A principios de nuestro siglo se sabía que existían átomos La estructura del átomo y la relación de los átomos entre si eran un enigma, tal como hoy en día las partículas elementales nos resultan un secreto En el año 1910 1a estructura del átomo era desconocida y la física nuclear como tal comenzó hacia el año 1930. Más de treinta años después de la muerte de Lorber se descubrió la primera partícula elemental, el electrón, luego, en 1920 el protón y en 1932 el neutrón. (Los electrones son el envolvimiento del átomo, el protón y el neutrón son partes del núcleo.) Ahora se creyó haber encontrado los elementos de la materia y se les dio el nombre de partículas elementales Pero el número de estas partículas aumentó cada vez más y actualmente se conocen ya unos doscientos. Pronto se demostró que todo es mucho más complicado y enigmático de lo que se suponía La denominación "partículas elementales" resultó ser falsa con respecto a la cantidad de partículas, pero se sigue utilizando dentro de la literatura científica. La visión de este mundo de lo minúsculo es interesante y apto para meditar sobre la grandeza y la sabiduría del Creador.
    No sin razón se dice en la obra de Lorber: "Es necesario para el hombre un conocimiento profundo de la naturaleza. ¿Cómo queréis amar a Dios si no le conocéis en sus obras de la creación?".
    Max Planck, el premio Nobel y fundador de la teoría de los "quantos" habló una vez en este sentido del camino directo y del camino indirecto hacia Dios: el camino a través de los sacramentos y de la conciencia y el camino a través de las ciencias naturales.
    Desde el descubrimiento de los nucleones, o sea los protones y el neutrón, así como el electrón, es comparable la construcción del átomo con el sistema solar, según el modelo del científico Nids Bohr. Aunque esta comparación es válida sólo parcialmente, para la comprensión de la materia es suficiente. Al igual que los planetas giran alrededor del sol, así giran los electrones a una velocidad vertiginosa alrededor del núcleo del átomo.
    El átomo es tan pequeño que cien millones de átomos dan una longitud de un centímetro. El núcleo es cien mil veces menor que el átomo. Para hacerse una idea de los tamaños, puede decirse que la relación entre la cabeza de un alfiler y un globo es parecida al diámetro del núcleo con el átomo, incluyendo su envolvimiento.
    Muchas décadas antes de nuestro siglo, o sea mucho tiempo anterior a los resultados de las investigaciones de los científicos y su descubrimiento del interior del átomo, la Nueva Revelación enseñó que éste se compone de partes menores y partes sub-atomares En el escrito Secretos de la Creación página 227, se puede leer: "A la creación del átomo debía preceder una idea, que concibió el "átomo" compuesto de partes aún menores, llegando a los limites de las formas del aire, de los gases y del espíritu".
    Para comprender algo la pequeñez de la masa del átomo se considerará lo siguiente: "Unos tres mil millones de billones de los átomos más pesados conocidos dan un gramo. El núcleo que solamente representa una cienmileava parte del tamaño del átomo, contiene el 99,95% del peso atómico.
    El electrón, parte fundamental del envolvimiento del átomo, es 1.836 veces más ligero que el protón. Pesa una milcuatrillonésima parte (10 E-27) de un gramo. Expresado matemáticamente seria así: m0 = 0,9107 * 10 E-27 gramo ó m0 = 1 / 1 000 000 000 000 000 000 000 000 000 gramo o sea una fracción con 27 ceros.
    Con razón los científicos se preguntaron cuál era la naturaleza del electrón. El premio Nobel Heisenberg habla en este contexto de "situaciones fantasmales" y Lincoln Barnett opina: "El electrón es únicamente como un reflejo -tan poco definible como una ráfaga de aire- como una onda sonora en la noche". Pese a esto, el electrón que gira alrededor del núcleo a una velocidad de 2.000 kilómetros por segundo, es una realidad.
    Según las explicaciones de la Nueva Revelación, el electrón se encuentra en el limite de lo material con lo espiritual. A Lorber se le dictó lo siguiente: "el electrón es en primer lugar una interrupción de la tranquilidad por la presión y la fricción y en segundo lugar, la actividad animada de los espíritus etéreos, parcialmente espiritual, y de otra parte, el material natural de luz y vida del aire de la tierra". (Gr VIII 144, 1). Y en otro lugar dice así: "Un átomo etéreo es una cosa en si terminada y limitada aunque, según nuestros conceptos una cosa sin cuerpo es imponderable.
    Un átomo, a pesar de su tamaño reducidísimo, tiene sus dimensiones de profundidad y de longitud como cualquier otro cuerpo (LGh, 163). Si los físicos nucleares hoy en día denominan los electrones que giran vertiginosamente alrededor del núcleo "nube de materia" o "nube cargada" ya se halla en la Nueva Revelación la expresión igualmente significante: "envolvimiento brumoso".
    Refiriéndose a las fuerzas de atracción y de rechazo, se puede leer en la Nueva Revelación: "Así se desarrolla entre los átomos a través de sus envolvimientos brumosos (los electrones, el editor), la asimilación en la que los envolvimientos brumosos atraen lo homogéneo y rechazan lo heterogéneo (LGh, 164).
    Hasta ahora la ciencia materialista rechazó la descripción de la Nueva Revelación, según la cual los átomos o mejor dicho las partículas elementales son en parte de naturaleza espiritual. Pero ya hay científicos que se acercan en su descripción en gran medida a la Nueva Revelación. Por ejemplo, Juan Mussard escribe en su obra de tres tomos Dios y la casualidad: "Quizás un átomo de materia no es otra cosa que una partícula de espíritu". Teilhard de Chardin defiende su opinión de que a cada partícula material le corresponde un átomo de alma. El físico profesor Siegfried Müller-Markus escribe: "El alma inobservable de la partícula elemental es dirigida por la energía observable. El alma de la partícula juega un papel fundamental en la física nuclear. Nos negamos a reconocer esta realidad.
    La estructura parcialmente espiritual de las partículas elementales debe ser la razón que hace que los científicos admitan: "A pesar de saber tanto acerca de las leyes que rigen los electrones y sus relaciones con las demás partículas, no nos es posible comprender su estructura propiamente dicha".
    Mientras que a principios de nuestro siglo todo parecía tan ordenado y previsible referente al átomo, los científicos de las décadas siguientes tuvieron que reconocer que la materia no comienza con el átomo, muy al contrario, las partículas elementales descubiertas en gran cantidad forman la base de toda materia cósmica. El átomo es efectivamente un derivado. ¿Pero qué son en realidad estas partículas tan diminutas? La búsqueda de la solución de este enigma que comenzó en aquel entonces, todavía sigue en marcha. Casi todas las partículas tienen el mismo tamaño pero su peso es diferente. Algunas son tan ligeras que se les denomina "nadas". Son catapultadas desde el espacio con una energía inimaginable de los 21 voltios. Es decir, tienen millones de veces más energía que los protones que pasan a través de los aceleradores terrenales. En su trayecto hacia la tierra, al pasar por la atmósfera, en fracciones de segundos se transforman en otro tipo de partículas. Las partículas elementales se descomponen y se transforman a su vez en partículas más ligeras. Su duración de vida es inimaginablemente corta y no existen expresiones humanas para determinar este espacio. Las manifestaciones de Lorber, que no se consideraron reales cuando él las escribió, se ven actualmente confirmadas por la ciencia, demostrándose su gran precisión. Lorber sólo cita algunos ejemplos, al igual como en la literatura científica se describen algunas de las doscientas partículas elementales descubiertas hasta ahora. En su escrito Himmelsgaben (Dones del Cielo), tomo I, página 82, que data del año 1840, Lorber describe la transformación de las partículas elementales como sigue: "Posiblemente pensáis que el agua sea la madre de los animales; pero no es así. La primera clase del mundo animal son los habitantes del éter, infinitamente pequeños. Más o menos son lo que vosotros llamáis "átomos". Si queréis ver estos animalitos con vuestros ojos, es necesario aumentar un punto un trillón de veces, lo que no os será posible mientras viváis. El ojo de un mortal no podrá ver las cosas en su verdadero aspecto, esto sólo lo consigue el ojo del espíritu".
    "La forma de estos ' animalitos' es una bola con una superficie lisa". Su alimento es la esencia de la luz. Su duración de vida es la trillonésima parte de un segundo, después de morir se une con trillones de otras bolas para formar una segunda clase de seres que no se diferencia mucho en el tamaño de sus predecesores." "Se les puede dar el nombre de "mónadas"." Este tipo de animalitos ya tiene su espacio vital dentro de la esfera de los planetas. Su duración de vida es la mil billonésima parte de un segundo. De la misma manera se transforman una clase tras otra con una vida cada ves más potente. Sucesivamente la duración de vida de estos seres llega a ser la mil millonésima parte de un segundo...
    En los tiempos de Lorber, los científicos no concebían un espacio subatómico y no pudieron imaginar la necesidad de aumentar en trillones de veces un punto para poder reconocer las partes más pequeñas de las cuales se compone la materia. La descripción que dio Lorber y que parecía de fantasía ha sido confirmada en su totalidad. Las partículas inimaginablemente diminutas, que necesitan de un aumento de trillones de veces para ser visibles al ojo humano de hecho existen. Entre el gran número de partículas elementales descubiertas -sobre todo a partir de los años cuarenta de nuestro siglo- hay algunas que hacen pasar a segundo término todo lo descubierto hasta la fecha. Por ejemplo el neutrino. Es tan minúsculo que el electrón a su lado parece un gigante. Su diámetro es la 170 cuatrillonésima parte de un centímetro. Su fuerza de penetración es enorme. En su camino desde el sol a la tierra traspasa aquélla sin dificultad. Ni siquiera un cuerpo de la magnitud del sol sería un obstáculo.
    "Una vez que bajamos en nuestra escala de tamaños hasta 10E-6, escribe D. Haar, nos encontramos en una situación donde ni los mejores aparatos para aumentar nuestros sentidos (microscopios electrónicos, el editor), nos pueden ayudar. Nunca se ha podido ver el interior del átomo ni se verá jamás. A pesar de esto, los físicos Cowan y Reines lograron encontrar el neutrino a través de un experimento difícil y muy rebuscado. "Algunos físicos lo consideraron sólo como "el espectro" de una partícula, dice Asímov en su escrito "El neutrino, la caza de espectros en la física", pero él añade que no se trata en absoluto de un engendro del misticismo científico."
    Lorber informa que los átomos tienen la forma de una bola cuya superficie es sumamente lisa. También estos detalles han sido confirmados por los científicos. Según las anotaciones de Asímov "nos podemos imaginar un fotón de luz visible como una bola". De la partícula elemental nulitrón, recientemente descubierto, se dice en un escrito aparecido en la revista científica X-Magazin 8/1972 "que es completamente redondo y tiene una superficie bastante reluciente ". Es obvio que las expresiones sinónimas "Superficie sumamente lisa" (Lorber) y "superficie bastante reluciente" (X-Magazin) describen las mismas características.
    El alimento de las partículas elementales, dice Lorber "es la esencia de la luz" (Hi 1, pág. 83, v.11). También para esto hay indicaciones en la física nuclear, que se acercan a conclusiones análogas. Se lee "un fotón luz (partícula de luz o corpúsculo, el editor), está en contacto con mil millones de átomos en todo tiempo, de los cuales todos intentan atrapar el fotón o absorberlo".
    Lorber da datos sorprendentemente precisos acerca de la duración de vida de las partículas elementales, que concuerdan exactamente con los resultados de las investigaciones de los físicos nucleares. "Su duración de vida", dice Lorber, "es la trillonésima parte de un segundo" (Hi I, pág. 83). La duración de vida de la partícula "sigma cero" se da con el mismo resultado de 10E-18 segundos, por el científico D. ter Haar, lo que corresponde a una trillonésima parte de un segundo. El positrón igualmente tiene una duración de vida de una trillonésima parte de un segundo. Después de la transformación a la siguiente fase, Lorber cita la duración de vida con la mil billonésima parte de un segundo (Hi I, pág. 83). Esto corresponde a la duración de vida del pión neutral de 10E-15 segundos, o sea a mil billonésimas de segundo. "La duración de vida de estos seres", se puede leer en la Nueva Revelación, "va aumentando de este modo hasta llegar a una duración de vida de mil millonésimas de segundo (Hi I, pág. 83). Esta duración de vida se ve confirmada por D. ter Haar. La partícula Xi tiene una duración de vida de 10E-9 segundos (mil millonésima parte de segundo). Anotaciones según Ford dan iguales datos para la partícula Lamda.
    Con las transformaciones siguientes la duración de vida aumenta progresivamente de 10E-8, 10E-6, 10E-3 segundos. Cómo se realizan tales transformaciones, que según Lorber "se pasan bajo casi la misma forma de una clase a otra", lo aclara el ejemplo de un escrito de uno de los más conocidos científicos americanos en la especialidad de la física nuclear y la física de las partículas elementales, Kenneth F. Ford. Después de descomponerse espontáneamente la partícula Lamda en menos de una mil millonésima parte de segundo en un nucleón y un pión, Ford describe el desarrollo siguiente: "El pión por su parte se descompone después de un tiempo algo mayor (más de una mil millonésima parte de segundo, el autor), en un mión y en un neutrino. Poco después también el mión desaparece y en su lugar se ha producido un electrón, un neutrino y un antineutrino. Todo esto ocurre dentro del tiempo de una millonésima parte de segundo".
    Normalmente las partículas elementales se descomponen y transforman en partículas más ligeras. En la Nueva Revelación se dice analógicamente "lo grueso siempre se descompone en algo más ligero". (SGh, pág. 92). "En la naturaleza todo se transforma y de modo imperceptible pasa de un estado a otro, como una ola sigue a la otra." (Hi I, pág. 241).
    Si además en la Nueva Revelación se dice, que las "diferentes clases de seres (partículas elementales, el autor) se diferencian muy poco con respecto a su tamaño, de los seres que le precedieron (Hi I, pág. 83), también esto concuerda con la observación hecha por la ciencia moderna: "Las partículas elementales con relación a su tamaño, todos se parecen". "Los productos de la descomposición son otra vez partículas elementales y de igual tamaño que los de donde derivaron."Los resultados de las investigaciones de la ciencia del siglo xx, nos demuestran que no existe materia en estado de calma, tal como lo habían supuesto los científicos del siglo XIX. En el espacio subatómico ocurren continuamente transformaciones de forma relampagueante y catastrófica llevando al aniquilamiento y a la creación, todo inadvertido para nuestros sentidos y al final de esta evolución surgen las partículas elementales estables. De este proceso caótico y casi incomprensible resulta la materia.
    Estos procesos que aún hoy no han sido totalmente aclarados y explorados, Lorber, ya de manera espectacular, los preveía y explicaba en sus escritos hace más de cien años, inspirado por la Voz Interior. Con breves palabras resume en la Nueva Revelación estos hechos creadores, los cuales un lector del siglo xix no podía comprender. Dice: "Donde vuestros ojos ven poco o nada, ocurren hechos grandiosos", y es así -como lo dijo un día un sabio (se refiere a Shakespeare, el autor)- "entre la tierra y el sol ocurren cosas de las cuales la mente humana ni siquiera sueña" (EM, pág. 85). En el transcurso de las numerosas transformaciones de las partículas elementales, al final resultan -como ya dijimos- partículas cuya vida es ilimitada. Que los protones y neutrones dentro del núcleo del átomo no lleguen a descomponerse ocurre gracias a una "fuerza de intercambio", enormemente grande y desde su descubrimiento llamado "Interacción". La idea de "interacción" juega un papel importante en las manifestaciones científicas de la Nueva Revelación, al igual como en la física nuclear. Más tarde volveremos sobre este tema. En el tiempo de Lorber no se conocía el concepto de "interacción", en el contexto de la aniquilación y la creación. Igualmente estaban desconocidas las partículas elementales.
    ¿Qué es la "interacción"? Ford contesta la pregunta como sigue: "Todas las fuerzas comunes con las que un objeto es atraído por otro son interacciones. Lo mismo que la disgregación de una partícula elemental inestable es la expresión de una interacción".
    El envolvimiento y el núcleo del átomo se mantienen unidos a través de la "interacción" electromagnética. Pero esta fuerza es demasiado débil para mantener unidas las dos partes del núcleo, el protón y el neutrón. Por lo tanto debe haber otra fuerza, que ha de ser cien veces mayor que la fuerza electromagnética. El profesor Hideki Yukawa pudo demostrar en 1935, que según sus cálculos debía existir una cierta partícula elemental, que moviéndose de modo relampagueante entre el protón y el neutrón, no "diera tiempo" a éstos a rechazarse. Doce años más tarde se encontraron de hecho estas partículas dentro de la radiación cósmica y se les dio el nombre de pi-mesón o pión. Éste se mueve dentro de un segundo 5 x 10E17 veces (o sea casi un trillón de veces) entre el protón y el neutrón. Desde luego los científicos no pueden explicar cómo la "interacción" produce esta fuerza. Es casi imposible, porque según Lorber la fuerza de la atracción es de carácter metafísico. En la Nueva Revelación se dice al respecto: "Mi fuerza de voluntad es el cordón grande que ata y une todos los cuerpos y los soporta y envuelve; así es Mi voluntad, que al mismo tiempo es la base de todo lo creado" (EM, pág. 250). Como la materia en el fondo resulta ser de origen espiritual, los científicos se ven obligados a admitir que todavía no han descubierto la esencia de la materia, pese al profundo estudio del mundo del átomo y de las partículas elementales. Hasta el descubrimiento de los átomos y partículas elementales en el siglo XX, los científicos tenían la opinión de que la materia era inerte como nos parece a simple vista.
    En el siglo XIX nadie podía imaginarse que dentro de cada piedra, cada tronco de madera, cada pieza de hierro ocurre continuamente un movimiento turbulento, no visible para nuestros ojos. Hoy sabemos: "Hay que considerar los protones dentro del núcleo del átomo como un centro de actividad continuada. Los protones vibran a una frecuencia de 10E20 por segundo (cien trillones de veces, el autor). Cada molécula, mejor dicho cada partícula, produce vibraciones".
    En la Nueva Revelación se puede leer lo siguiente: "También dentro de la materia aparentemente inerte hay movimiento, no existe la tranquilidad, todo se mueve, y esto a una velocidad incomprensible para la mente humana. Donde aparentemente hay inercia, el ojo espiritual puede percibir la actividad".
    "El movimiento febril" se describe en la literatura científica como sigue: "La frecuencia de la luz roja llega a 400 billones de vibraciones por segundo. El número medio de vibraciones de la luz blanca visible es de 600 billones y el de la luz violeta llega a más de 800 billones de vibraciones por segundo." La ciencia comprobó que la luz roja, blanca y violeta se origina por medio de la diferencia de las vibraciones diversas del orden de billones de veces por segundo. A estos datos se adelantó la Nueva Revelación: "La luz se origina por las vibraciones de los átomos, los colores también se originan a través de los billones de vibraciones de la materia, y según su número de vibraciones; estos colores se hacen visibles a nuestros ojos". (SGh, pág. 159). Considerando objetivamente el fenómeno de estas descripciones, ¿puede creerse que estos conocimientos precisos de los procesos secretos dentro del mundo subatómico, pueden haber surgido del cerebro humano en una época en que todo lo descrito arriba era totalmente desconocido?
    Desde luego, los logros de la ciencia merecen nuestra admiración, pero los científicos han llegado a una situación limite impenetrable Con los enormes aceleradores de partículas, los sincrotones, hetatrones y ciclotrones, que desarrollan hasta 400 millones de voltios electrónicos, no se puede sondear lo que hay detrás de la materia. "No tenemos ni la más leve idea" -dice Mussard- "lo que representa la esencia de las ondas y de las vibraciones La ciencia nos enseña que contiene un equivalente de energía para la materia aún por crear. Para nosotros esto es tan trascendental como el alma humana". Aquí la ciencia moderna se acerca a la Nueva Revelación. En esta obra surge muy a menudo el aviso de guardarse del camino equivocado del materialismo. Entre otras cosas se puede leer: "Lo que observan los científicos son procesos burdos. Dentro de sus pipetas y destiladores ven la gran consecuencia -pero no la comprenden- no quieren encontrar el espíritu" (LGh, pág. 80). "No quieren admitir un creador y dador de leyes, aunque a cada paso se encuentren con sus huellas. Si fuesen libres de prejuicios no podrían desmentirle " (SGh, pág. 35). "Así llegan a imputar inteligencia a los cuerpos diciendo: éstos siguen este o aquel impulso, al igual cómo ellos mismos siguen su propio concepto materialista, o sea una concepción errónea" (LGh, pág. 81). "Pero la vida es espiritual y para nada sirve el microscopio si quieren estudiar la esfera de su acción." (Hi I, pág. 94).


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© Texto: Kurt Eggenstein; © Edición informática; © by Gerd Gutemann G. Gutemann