Con el permiso de © K. Eggenstein: 'El Profeta Lorber anuncia las catástrofes venideras y la autentica cristiandad

Kurt Eggenstein

La caída de una parte de los espíritus bajo el mando de Lucifer


   Leemos acerca de la caída de Lucifer -el espíritu mayor de la luz- y de su séquito, que "una gran muchedumbre de espíritus originales se apartaron del orden de Dios, tomando el camino de su propia perversión". (Gr II, 231). En la Nueva Revelación se hace hincapié, en que no se puede comprender el plan salvívico de Dios y el sentido de la vida humana, sin antes aclarar quién es Lucifer. "Hasta que no se ponga bien en claro esta cuestión importante, no será posible comprender Mi creación, Mi venida a la tierra, Mi pasión y Mi muerte." "Que el mundo reciba Mi revelación, mi plan de creación y redención, limpio de todo concepto preconcebido." "Cuando la Divinidad" -a través de procesos que para vosotros quedarán misteriosos- "se había individualizado y reconocido como el espíritu omnipotente, comenzó un movimiento de fermentación y de tensiones interiores muy fuertes y Él se dijo: "Voy a dejar emanar Mis ideas para ver lo que pueden Mis fuerzas". Mientras no haya acción, la misma Divinidad no puede reconocerse en todo Su poder. Solamente por sus obras se puede reconocer su poder y alegrarse de ellas (como un artista ve en sus obras sus posibilidades y se alegra). Así que quiso crear y continuó: "Dentro de Mí reposa toda la fuerza desde la eternidad, así que crearé un ser provisto con los mismos poderes para que pueda reconocerme dentro de él con todas mis propiedades". Y así creó un espíritu provisto con poderes de Sí mismo para demostrar a la Divinidad todo lo que reposaba dentro de ella." (Gr Xl, pág. 41).
    "Si ahora os digo que este primer espíritu creado se llama Lucifer (o sea portador de luz) podéis comprender porqué se le llamó así y no de otro modo. Él portaba la luz del conocimiento y como primer ser espiritual pudo reconocer los límites de la polaridad interior. Él, provisto con mis plenos poderes llamó a la vida otros seres, iguales a él, que también estaban conscientes de la divinidad dentro de ellos y que vieron brillar la misma luz del conocimiento; así que actuaron auto-creativamente provisto con el poder de Mi espíritu." (Gr Xl, 42).
    "Lucifer sabiendo que debía representar el polo opuesto de Dios, se creía ahora en la condición de absorber en cierto sentido la Divinidad dentro de sí mismo y cayó en el error de conseguir como ser finito y creado, la infinidad misma. Pero aquí se aplicó la ley: "Nadie puede ver a Dios (la infinidad) y conservar la vida". Por esto él pudo muy bien sentir la divinidad dentro de sí, oír sus órdenes, mientras se mantenía en el punto justo del equilibrio, pero nunca pudo ver la divinidad personalmente. "Como el ser finito nunca puede comprender lo infinito y fácilmente caerá en errores y quedará en ellos atrapado, así Lucifer a pesar de los avisos cayó en la locura de creerse lo bastante potente como para asumir el solio (Trono) de la Divinidad. Con esto dejó el camino justo, se apartó del centro de Mi corazón y fue preso del falso deseo de reunir en torno suyo a las criaturas salidas de él, para junto con ellas dominar los espacios. Surgió un conflicto que llevó a la separación de las partes, y Me obligó a retirar los poderes otorgados a Lucifer. De esta manera éste quedó con sus seguidores desprovisto de poderes y fuerzas creativas. Ahora se presenta la cuestión: ¿Qué se debe hacer con este ejército de caídos que parecen muertos, inertes por falta de actividad? Solamente quedaban dos caminos: Destruir a Lucifer y su séquito, para crear otro nuevo Lucifer que tendría los mismos defectos ya que un espíritu libre, tal como Yo lo creo, siempre puede caer en el error por su libre albedrío. Crear máquinas que cumplirían mis deseos, no sería difícil.
    Pero para llegar a la luz del conocimiento no hay otro camino que crear seres libres. Como los demás espíritus fieles, creados junto con Lucifer pertenecían a su esfera, la destrucción de éste hubiese significado el aniquilamiento de todos los seres vivos." (Gr XI, pág. 43/44). ¿Con qué lo había merecido Lucifer cuya caída se debió a un error, y consecuentemente incluye la posibilidad de remediar este error? ¿Con qué hubiesen merecido el aniquilamiento los seres fieles a Mí? Y finalmente: ¿Dónde quedaría Mi sabiduría, si desde el principio no había previsto la posibilidad de una caída? ¿Dónde quedaría Mi amor, si en Mi sabiduría no encontraría medios para renunciar a la idea de la destrucción y, en cambio, encontrar el camino para llevar los seres creados a la luz del conocimiento, para que se mantuvieran en el equilibrio de sus polaridades características?
    Así quedó sólo el segundo camino, este camino que veis realizado en la creación del mundo material Imaginaos una persona, que por no haber visto nunca a su rey, no quiera aceptar el rey del país como soberano que le ha otorgado todas las fuerzas y poderes.
    Se rebela y quiere imponerse como rey. El rey, para no destruir a sus súbditos le hace prender, despojarle de sus joyas y poderes y ponerle en prisión para que recapacite. Al igual lo hace con los seguidores. Al tiempo que éstos reconozcan su error, los libera y desde entonces éstos serán fieles a su rey y así podrán verle en persona Esta descripción de forma mundana os demuestra Mi manera de actuar: el encarcelamiento representa la creación material. Pero para comprender lo demás debéis estimular vuestros sentidos espirituales, porque la mente humana no es capaz de comprenderlo.
    Un alma se compone de incontables partículas, cada cual corresponde a una idea Mía. Una vez compuesta no puede alterarse, porque corresponde al carácter que ha recibido. Un cristal, una vez cristalizado, no puede ser alterado en su esencia, se cristaliza, sea como romboedro, hexaedro, octaedro, etc, siempre depende de la forma de su carácter, o sea de la aglomeración de partículas alrededor de su núcleo vital. Si se desea alterar un cristal por no encontrarlo puro del todo, éste ha de calentarse (amor) para luego -al enfriarse el baño caliente del amor- que es igual a la voluntad libre, cristalizarse de nuevo. Ahora vuelven a formarse nuevos y bellos cristales, y el químico concienzudo sabrá conseguir cristales límpidos, bellos y grandes que se ajustan a sus necesidades. ¡Mirad! ¡El químico soy Yo! He disuelto los cristales impuros de Lucifer y su séquito en mi baño caliente de amor, para que se cristalicen de nuevo en forma de almas puras. Ya sabéis, que esta evolución comienza en el reino mineral, pasando por el reino vegetal y animal hasta llegar a los hombres. Pero como el alma de Lucifer incluye toda la creación material, también debe expresarse bajo la forma del hombre. Ocurre que todos los espíritus se unen en una sociedad dentro de una persona que representa la cabeza de esta sociedad, formando lo que se llama su esfera. En el mundo material no existe equivalente para expresar esto, así que os digo: "¡Abrid vuestros sentidos espirituales!"
    "Ahora os dais cuenta porqué Lucifer cree tener que actuar como lo hace -para que la materia pueda ser creada- un error en todo caso ya que no es la materia la finalidad de Mi creación, sino el ser igual a Mi en libertad, amor, conocimiento de lo divino; la materia es solamente un medio provisional.
    Lucifer insiste en este segundo error y así se pierde en los fines de sus características polares, engañándose a si mismo con la idea de que la materia ha de conservarse. Posee tanta libertad para penetrar la materia, para reconocerse a si mismo, para darse cuenta -como primer espíritu creado que es- que ha causado mucho daño a sus seguidores, para arrepentirse y volver sobre sus pasos. Pero no lo hace, sino que quiere ser el príncipe de lo material que él considera su propiedad.
    Así que vuelve a enturbiar la limpidez de los cristales humanos para mantener su dominio: la lucha contra Dios le parece grande, magnifica y conservadora de su existencia.
    Los cristales humanos que habían recibido la libertad al cumplir su finalidad podían acercarse tanto a él o a Mi, y durante su vida muchos cayeron en sus redes. Mirad los paganos en cuyos dominios él se deja adorar como rey y como divinidad por sus cualidades polares.
    Ahora se preguntará: ¿Por qué Yo he dejado que sucediera todo esto? No se comprenderá si no se mira con vistas a la finalidad, que es el libre auto-reconocimiento en Dios.
    Si un gran tentador del pueblo se gusta en propagar locuras y a llevar por el mal camino a sus seguidores, ¿qué remedio será el más eficaz para enseñar la luz verdadera? El mejor método será llevar la luz a aquel caudillo, para que desiste de sus locuras y así sus seguidores le imitarán al momento. Pero si se intenta convencer a sus seguidores uno por uno hasta que él se quede sólo, la meta final se aplazará mucho. Yo quiero llegar al núcleo y si no se puede alterar éste, hay que tomar un desvió. Durante el encarcelamiento -volved a pensar en aquel rey- se reprochó continuamente: si pudiera ver al rey creería, así se condicionó Mi Encarnación; en primer lugar para los caídos y después para que los fieles pudiesen ver premiados su fe con la visión personal de su Dios. En esto reside el secreto de Mi Encarnación, que tuvo que trascender la materia para que ésta no se endureciera cada vez más -en el caso de que Lucifer llegase a perder los extremos de sus polaridades. Mi Encarnación significa un alto en el camino y la dirección correcta para liberarse de la idolatría y la adoración de las polaridades opuestas. Para demostrarlo había que dar una prueba: en primer lugar enseñar que se podía superar la muerte que ata a los hombres a la materia y a sus placeres, y luego hacer ver que la verdadera vida no reside dentro de la materia sino dentro del espíritu, ya que la materia es solamente la cárcel de éste. (Gr XI, pág. 44-46).
    Los espíritus caídos se habían alejado de Mi voluntariamente y habían emprendido el camino equivocado, no podían ni querían saber del progreso del perfeccionamiento.
    Para no cerrarles el camino completamente, debían ser llevados a unas condiciones, en las cuales con toda su libertad personal podían escoger el camino recto cuando quisieran."


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© Texto: Kurt Eggenstein; © Edición informática; © by Gerd Gutemann G. Gutemann